Hace un mes y una semana que dejé mi trabajo, el lugar donde vivía, alquilé mi apartamento, regalé ropa, tiré muchas cosas que no me servían y me aventé a lo desconocido, sin rumbo o destino, tomando un avión que me llevara desde Europa hasta Latinoamérica para viajar indefinidamente.
Esto lo hice siguiendo mi instinto, después de tener unos sueños al respecto, y sobre todo siguiendo lo que mi corazón me pedía.
El propósito principal del viaje es encontrar mi verdadero yo y saber a qué realmente vine a esta vida.
Dejar un trabajo y una vida segura no es fácil. Tampoco el dejar atrás amistades que en su momento me llenaron. Esto es porque el cambio que he dado desde mi despertar espiritual ha sido demasiado grande e intenso.
La identidad con la que me identificaba antes era la de una persona planeadora, calculadora, aparentemente segura de si misma, que evitaba el dolor, ser vulnerable y dejarse llevar por lo espontáneo y lo desconocido. Tenía mi corazón envuelto en una caparazón parecida al hierro para no amar ni dejar que me amaran. Vivía de fiesta en fiesta consumiendo alcohol o viajando mucho creyendo que así estaba “feliz” cuando en realidad sentía un gran vacío interior.
Poco a poco he estado descubriendo mi Verdadero yo que es una persona conectada con el amor, la armonía y la paz interior. No soy perfecta, todavía estoy trabajando los aspectos negativos de mi vida, pero me estoy dejando llevar o estoy dejando que fluyan las cosas, siguiendo señales o el instinto y conectándome con mi misma y tratando de dejar un mundo mejor del que encontré por donde estoy pasando. Ahora medito, me conecto con la naturaleza, con personas y lugares que son mis mejores maestros y aparte estoy escuchando a mi cuerpo y me he vuelto vegetariana y hago yoga.
De la vida anterior a la de ahora hay un abismo de por medio. Lo interesante de este cambio drástico es que ahora puedo decir que realmente disfruto de la vida. Que vivo en el aquí y ahora y he conectado más quien realmente soy. Que he dejado de lado prejuicios, creencias limitantes y maneras de ser que ya no me servían. Y aunque no todo es maravilloso porque a veces tengo que enfrentar retos, soy realmente feliz. Y creo que eso es lo más importante en la vida.
Mil disculpas por no escribir antes pero aquí plasmo la razón de ello y aunque ahora mismo me duelen los dedos por escribir desde mi teléfono (no estoy viajando con computadora) me alegra poder tomar mi tiempo y escribir de nuevo.
Los retos a los que me enfrento ahora son tan distintos a los que me he enfrentado antes pero los recibo con amor. Me están ayudando a encontrar poco a poco mi verdadero yo. Y eso es lo que realmente cuenta.
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