
¿Alguna vez has estado en un lugar tan oscuro que no puedes ver ni tu mano? Sabes que en ese lugar hay obstáculos, vas dando pequeños pasos buscando la salida, te tropiezas con algo, te golpeas, caes, vuelves a levantarte y sigues caminando a tientas sin saber a donde vas o donde está la salida. A veces pareciera que das vueltas en el mismo lugar.
Lo que describo es lo que fue mi vida por 45 años. Creyendo que no necesitaba nada ni nadie y me las “podía sola”, entraba en relaciones o situaciones tóxicas para salir peor de lo que estaba antes. Me rodeaba de gente manipuladora, aunque yo muy valientemente daba la impresión de que era tan fuerte que nada me perturbaba.
Me pasé años pensando que mi vida era “cool” ya que iba a muchas fiestas “rave” llenas de luces de colores, DJs famosos y conocía a muchos de los que iban a esas fiestas. Tenía amigos que también eran DJs y hacían fiestas aunque no eran tan famosos. Y en todas las situaciones había mucho alcohol, drogas y en algunas ocasiones terminaba teniendo sexo con chicos guapos y jóvenes.
Y así iba por la vida, llevándomelas de autosuficiente, valiente, aventurera, alegre, entusiasta y a la vez padecía de sincericidio* Muchos me describirían como: “El alma de la fiesta”, “Siempre alegre”, “Nunca la vi llorando”, “Siempre sonriendo”, “Sin ella no hay fiesta”, “es demasiado honesta, pero mejor una persona así que alguien que te mienta”.
Yo recuerdo que solía decir con orgullo: “Lo que ves es lo que hay. No encontrarás a nadie más honesta que yo.” Lo peor no era decirlo, lo peor era de que me lo creía.
¿Cómo empezaron esos años con las noches más oscuras? pues empezaron después de una niñez igual de oscura. Crecí con maltratos físicos y emocionales diarios. Así que considero que una cosa llevó a la otra.
Desde los 18 años me refugié en la fiesta, en el alcohol, en los amigos que eran igual que yo, en la alegría que se vive cuando empieza el viernes por la noche (a veces desde el jueves por la noche) hasta el domingo por la madrugada. A veces no sé cómo iba a trabajar los lunes. Porque algo que me prometí desde que empecé esa vida fue que nunca iba a faltar al trabajo por fiestar mucho.
Llegaba los lunes como una zombi y dependiendo de la fiesta, la recuperación era de dos o tres días en los que era ineficiente y procrastinaba mucho. Para luego llegar a otro fin de semana y vuelta de nuevo a lo mismo en un círculo vicioso eterno.
Mas o menos por ahí por el 2007 tuve la primera advertencia de salud. Me quedé sin energía por una semana. La asistente del doctor no me quería dar una cita porque decía que yo solo tenía un catarro pero por catarro no te quedas totalmente sin energía. No podía ni siquiera ver una película porque a los 10 minutos de estarla viendo tenía que dormir. Estaba en cama las 24 horas del día sin aliento. Una amiga mía se apiadó de mí y me llevó a un doctor chino al que no le entendí nada y me dio un té de unas hierbas raras que a pesar de que era lo más amargo que yo había probado en mi vida, me hizo recuperarme.
Luego en el 2009 tuve otra recaída que me hizo darme cuenta lo mal que comía y todo el licor que bebía así que dejé el exceso. En el 2010 estuve enferma de la bacteria E Coli por un año en el que no podía comer comida chatarra ni beber bebidas alcohólicas. La bacteria me regresó en el 2015 pero por un periodo más corto aunque el tratamiento antibiótico era demasiado fuerte que me dejaba efectos secundarios por años. Parecía que iba de enfermedad tras enfermedad.
Pero no eran solo las fiestas, también tenía una obsesión bulímica por viajar. Me pasaba la vida planeando el siguiente viaje. Compraba boletos de avión y planeaba mis viajes con un año, a veces hasta más, de anticipación. Cada viaje era a un lugar fantástico y exótico.
Además después de haber terminado una relación seria en el año 2012 en la cual mi corazón se había roto en mil pedazos, yo estaba convencida que no quería una relación sentimental. Me volví experta en Tinder aunque el patrón siempre era el mismo: hablaba con el chico por un tiempo, nos conocíamos, nos acostábamos y él desaparecía de mi vida o simplemente ya no me quería ver más. Eso sin contar la de veces que me pidieron fotos desnudas de perfiles falsos o las veces que charlaba eternamente con el chico sin llegar a nada en concreto.
A veces conocía a un chico que normalmente era más joven que yo en alguna fiesta o inclusive en viajes. Nos la pasábamos bien donde nos conociéramos, nos enrollábamos y normalmente parábamos acostándonos para luego no saber más de la persona. Mis amigos de fiesta me tenían en un pedestal como a la mujer que más conquistaba hombres y yo me enorgullecía de ello.
A pesar de toda esa vida fantástica de viajes, hombres y fiestas al estar sola en casa me sentía vacía. Me preguntaba: ¿De esto se trata la vida?, ¿Por qué me siento tan mal si tengo una vida de ensueño?, ¿Realmente quiero seguir teniendo amantes por doquier?, ¿Por qué me siento tan insatisfecha con la vida?
Me sentía cansada, desganada y por el 2018 empecé a darme cuenta de que había algo que no estaba bien. Ese año viajé 6 veces. Regresaba de viaje y ya tenía listo otro viaje. Si no
andaba viajando estaba o en una fiesta o estaba visitando amigos. La cuestión es que no pasaba casi nada de tiempo en casa.
Entonces me hice esta pregunta: ¿De qué estoy huyendo?
*Sincericidio: hábito de no controlar lo que se dice por una supuesta sinceridad.
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